sábado, 12 de mayo de 2007

El perrito de la "Victor"

Han transcurrido ya 93 años desde la aparición del emblema que hizo a un perrito fox-terrier, llamado Nipper, convertirse en el perro más popular y conocido del mundo.

Las circunstancias sumadas a las coincidencias, jugaron a favor de Nipper para que él fuera el integrante más importante, del símbolo comercial más famoso y conocido hasta el presente. La feliz idea del pintor inglés Francis Barraud de plasmar con óleo en la tela, la escena que observó repetidas veces en su casa, tuvo su origen cuando recibió como herencia entre otras cosas, un fonógrafo con cilindros de cera y el perrito Nipper que pertenecieron a su hermano, fallecido poco tiempo antes.

Fue así que, cuando Barraud reproducía ese fonógrafo uno de los cilindros, grabados con la voz de su hermano, observaba que Nipper se acercaba a la bocina y mirándola escuchaba atentamente la voz de su antiguo amo. Tal cual ese momento, fue pintado por Barraud. Tan simple como auténtico su título His master's voice (La voz de su amo), ocurrió en el año 1895.

Tiempo después esa obra fue ofrecida por su autor a la Edison Bell Co. de Londres, pero la oferta fue rechazada por esa compañía, inventora del fonógrafo a cilindro. Ante esa negativa de compra, Francis Barraud decidió entonces colgar el cuadro en una de las paredes de su taller.

Allí permaneció durante cuatro años hasta que enterado de dicha obra, se presentó ante el pintor el señor William Barry Owen y le sugirió a Barraud que reemplazara el fonógrafo a cilindro de Edison de 1877, por el gramófono a disco inventado por Emilio Berliner en 1888. Barraud así lo hizo. Sobre la figura del fonógrafo pintó la del gramófono. Era en 1899 y la obra adquirió ese mismo año, la pequeña y modesta "Gramophne" en la que William B. Owen se desempeñaba como gerente de relaciones y propaganda.

Fue a partir de la adquisición de tal obra que ambos, la compañía "Gramophone" y Nipper comenzaron a mostrarse y hacerse famosos en el mundo entero pues todos los productos fabricados por la compañía, llevaron sin excepción impresos o moldeados ese simpático emblema que cumplirá en este decenio, su primer siglo de existencia.

Desde las primeras grabaciones acústicas sobre matriz de cera hasta las actuales láser, compactas o digitales, llevaron, llevan y seguramente llevarán a Nipper sentado frente a una bocina como símbolo de la grabación y reproducción del sonido.

domingo, 6 de mayo de 2007

El Perro Fernando



Durante los años '50, caminó por las calles de nuestra ciudad, un "ciudadano", que con el tiempo se convertiría en un uno de los seres más queridos de nuestra ciudad, durante aquella época, sentimiento que persiste hasta el día de hoy, este particular ciudadano no provenía de una provincia, ni mucho menos de un país extranjero, así como tampoco hablaba ni vestía raro, todo lo contrario, era tan chaqueño y el único idioma que sabía expresar era el de la solidaridad.

Todos lo conocieron y lo adoptaron, como a un hijo, desde el mozo del bar "La Estrella", quien le servía su diaria comida, hasta el Gerente del Banco "Nación", con quien desayunaba café con leche con medialunas, no nos podemos de olvidar de aquellos vagabundos, con a quienes les hacía compañía en esas largas noches invernales, tampoco de aquellos niños, hoy en día ya personas grandes, que compartían, jugaban y se divertían con él, que fue UN SIMPLE PERRO CALLEJERO, QUE NOS ENSEÑO LO QUE ES LA HUMILDAD, LA SOLIDARIDAD Y EL COOPERATIVISMO.

En la ciudad de Resistencia, existen dos esculturas elaboradas con el corazón y con el mero fin de "NO OLVIDAR" a este pequeño ser que caminó por nuestras calles. Una de esas esculturas se encuentra en la esquina de la Avenida 25 de Mayo y la calle Bartolomé Mitre, la otra resguarda su eterna tumba, en el umbral del Fogón de los Arrieros, sobre la calle Almirante Brown N° 350, bajo la escultura hecha en su honor.

No nos podemos olvidar que fue y es motivo de varias canciones de autores de nivel internacional como es el caso de Alberto Cortes, cuya versión fue recientemente interpretada por el Grupo de Rock "Ataque 77".

Después, cuando se constituyó en mito y en bronce, escribieron un libro sobre él, le dedicaron innumerables notas, Alberto Cortez creó una canción que lo recuerda y, al inaugurarse el Monumento al Perro Fernando, del escultor Víctor Marchese, frente a la Casa de Gobierno, el propio gobernador de la Provincia concurrió al solemne acto.

Se creó incluso una obra de títeres esta increíble historia que recorrió salas de teatro de Resistencia y algunas escuelas.

FERNANDO (De un reportaje a Fernando Ortiz, su "descubridor")

Conocí a Fernando, en 1951 en el bar “Los Bancos”, frente a la plaza. Era un perrito blanco, chiquito, y cuando los mozos me preguntaron si molestaba y respondí que no. Permaneció al lado mío, y cuando salí me siguió hasta el hotel Colón, donde vivía. A la mañana siguiente, lo encontré bajo la cama, lo bañé y me siguió. Así nació nuestra relación.

Yo cantaba en una orquesta, en los “Los Bancos” y el perro dormía siempre atrás del piano. No se separaba nunca de mi. En una oportunidad, hubo una reunión de artistas. El perro, que por entonces tendría un año, se sentó junto a mi, en la punta de la mesa. Los músicos y mozos decidieron ponerle mi nombre, por esa identificación con mi persona.

A Fernando le gustaba mucho los picantes y el azúcar. Creo que es eso lo que aceleró su muerte. En la amistad, era como los humanos. Tenía amigos por todos lados, pero los elegía. Dormía en la entrada del hotel Colón, de allí se iba al Banco de la Nación, donde había un gerente que lo quería muchísimo. A la hora de la entrada, el perro iba directamente al despacho del gerente, y se pedía un café con leche con medialunas para Fernando. En el horario atención bancaria, dormía frente al Sorocabana. El movimiento de gente era intenso, pero nadie lo molestaba mientras tomaba un poco de sol. Después iba a comer al “Madrileño”, al lado del Sorocabana. La siesta la dormía en la casa del Dr. Reggiardo, que lo cuidó mucho. A veces optaba por el Club Progreso. Pero lo fundamental para él era la noche. Recorría “Los Bancos”, el Sorocabana, el Club Social, y si se oía música, fuera donde fuese, el perro se acercaba. A mí me parecía un ser humano vestido de perro. La música le encantaba. Si no le gustaba la actuación de un artista, se iba, y la gente lo seguía. De vez en cuando, visitábamos en su atelier a un gran pintor y amigo, René Brusseau, sobre el Cine Argentino. Fernando se hizo amigo de René y me acompañaba a verlo. Otro de sus amigos, fue el escultor Víctor Marchese autor de la escultura de Fernando. Con Juan de Dios Mena, iba al Fogón. Fernando tenía un gran sentido de la amistad.

Algunas anécdotas

Tenía afición por lo artístico. En una oportunidad en que el Coro Polifónico de Resistencia ofrecía un recital, entró a la sala por el acceso de los artistas, precisamente en el momento en que la Directora Sra. de Elizondo, marcaba el inicio de la actuación: El perro dio una vuelta por el escenario, y se acurrucó a un costado para escuchar el coro. Otra vez irrumpió en escena para lamer la cara de una actriz, Delma Ricci, en una escena en que la amenazaba un hombre- lobo. Allí acabó la función. Fue grande.

Cuando lo invitaban a una mesa y le acercaban una silla, el seguía la conversación mirando a una u otra de las personas que hablaban. Una noche hacía mucho frío y se me ocurrió darle azúcar con grappa. Al principio no le gustó mucho, pero al rato empezó a pedir más. Cuando terminó, no podía bajar de la silla, y caminaba, borracho, de costado. Una vez, en el Bar Japonés, lo hirieron con un cuchillo, y le tiraron agua caliente. Se le infectó la herida, y tuvimos que llevarlo al Dr. Reggiardo, que lo intervino. Lo llevamos luego al Club Progreso, allí le acondicionaron un lugarcito para su recuperación. Estuvo bien atendido, y allí se vio cuánto lo quería la gente de Resistencia, ya que el Club tuvo que poner dos teléfonos a disposición para atender la cantidad de llamados de la gente que quería saber como seguía Fernando. Para esa solidaridad con el perro, no había horarios, y el teléfono sonaba mañana, tarde y noche.

En otra oportunidad, pese a tener chapa Nº1 de vacunación antirrábica, fue llevado por la perrera, lo metieron medio dormido en el camión. Tatalo Domínguez , boxeador chaqueño y titulo Argentino, recriminó, junto a otras personas, a los perreros que lo apresaron. Discutieron, y finalmente rescataron a Fernando junto a los restantes perros, que se metieron todos en el Sorocabana.

Yo no me preocupaba por bañarlo, y a él mucho no le gustaba. Por la mañana andaba sucio, pero por la tarde aparecía blanco. Hasta que se despejó la incógnita, una mujer que nunca dio su nombre, lo atendía y lucía bien, elegante y arrogante como un hombre de la noche. Era un bohemio blanco.

¿Que significó su muerte?

Yo no fui al sepelio, lo choferes de los taxis de la Plaza, vinieron a buscarme, extrañados por mi ausencia. Muchas veces, esos choferes aproximaban a Fernando a los lugares en los que yo actuaba, y a los que no podía llegar ó no me encontraba. Pero no pude ir al sepelio.

Fernando dejó dos hijos, físicamente son iguales a él, pero están domesticados y son distintos a lo esencial de Fernando.

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jueves, 3 de mayo de 2007

Ciudad de Dios



Drama. Thriller. Nominada al Globo de Oro como mejor película extranjera (Brasilera)

SINOPSIS: Basada en hechos reales, cuenta la historia del crecimiento del crimen organizado en los suburbios de la ciudad de Río de Janeiro, desde finales de los años sesenta hasta el comienzo de los ochenta, cuando el tráfico de drogas y la violencia impusieron su ley entre la miseria de las favelas:

FINALES DE LOS 60: “Buscapé” tiene 11 años y es sólo un niño más en Cidade de Deus, un suburbio de Río de Janeiro. Tímido y delicado, observa a los niños duros de su barrio, sus robos, sus peleas, sus enfrentamientos diarios con la policía. Ya sabe lo que quiere ser si consigue sobrevivir: fotógrafo. “Dadinho”, un niño de su misma edad, se traslada al barrio. Sueña con ser el criminal más peligroso de Río de Janeiro y empieza su aprendizaje haciendo recados para los delincuentes locales. Admira a “Cabeleira” y su pandilla, que se dedica a atracar los camiones del gas y hacen otros pequeños robos armados. “Cabeleira” da a “Dadinho” la oportunidad de cometer su primer asesinato. El primero de muchos.

LOS AÑOS 70: “Buscapé” sigue estudiando, trabaja de vez en cuando, y camina por la estrecha frontera que separa el crimen de la vida “honesta”. Dadinho ya tiene una pequeña pandilla y grandes ambiciones. Cuando descubre que el tráfico de cocaína es muchísimo más rentable que el robo se pone a reorganizar su negocio, que pronto florece.

PRINCIPIOS DE LOS 80: Tras unos intentos de robo fallidos, “Buscapé” finalmente consigue una cámara y así hace realidad el sueño de su infancia. “Dadinho” también ha hecho realidad su sueño: a los 18 años es conocido como “Zé Pequeno”, el narcotraficante más temido y respetado de Río. Su palabra es ley en Cidade de Deus. Rodeado por sus amigos de la infancia y protegido por un ejército de niños de entre 9 y 14 años, nadie le disputa el poder. Hasta que aparece “Manu Galinha”. Un cobrador de autobús que fue testigo de la violación de su novia, decide vengarse matando a “Zé Pequeno”. Empieza a correr la noticia y casi de la noche a la mañana un grupo de niños con la misma idea forma un ejército armado. Estalla la guerra en Cidade de Deus.